¡Bienvenidos a mi casa!

Es lógico abrir las puertas de nuestra casa cuando queremos invitar a alguien a ella y cuando lo hacemos, estamos dándoles acceso a la parte más íntima y privada de nuestra vida.

Esto implica darnos a conocer aún más ya que quedan expuestas nuestras costumbres, manías, virtudes y defectos. Por eso, solemos dejar entrar únicamente a personas de nuestro agrado o de total confianza y cuando no es así, nos sentimos incómodos.

Eso hace que vayamos cercando nuestra intimidad abriendo sólo las parcelas que queremos dependiendo de quién esté a nuestro alrededor.

Como ya he dicho, nuestra casa es una de las parcelas más íntimas que tenemos pero aún hay  otras que protegemos con mayor intensidad. Y es que a veces es más fácil dejar entrar a alguien a tu casa que a tus sentimientos y/o pensamientos.

Sobre todo desde el boom de las redes sociales donde prácticamente todo queda expuesto, eso sí, a un nivel muy superficial.

Por eso, hoy en día es difícil conocer a las personas ya que casi todo lo que se muestra es “postureo” lo que implica un déficit de conversaciones profundas e inspiradoras.

Poder disfrutar en esta época de una buena “filosofada” es un lujo que no está al alcance de todos.

Y es una verdadera lástima ya que desde siempre he adorado esas conversaciones sin principio ni fin…

Recuerdo cuando era adolescente que mis amigas deseaban salir por los sitios de moda abarrotados de gente mientras yo anhelaba irme con ellas a las pequeñas tascas de barrio “de gente mayor” casi vacías, para sentarnos a hablar sobre todo y nada al mismo tiempo.

Adoraba sentarme en una mesa, con ese olor a añejo, a filosofar sobre la vida mientras nos bebíamos una cerveza o, quizás, dos.

Sí, todos fuimos jóvenes y parte de ello era hacer alguna locura de vez en cuando y la que más me gustaba a mí era hablar sobre la vida y por qué no la muerte, sobre el amor o el odio, charlar del universo, la luna y las estrellas, de la religión o la ética y, sobre todo, filosofar sobre la razón de nuestra existencia en este planeta.

Filosofar…. Me encanta esa palabra y su significado y qué poco lo hacemos.

Parece que hoy en día, hacerlo es cosa de locos porque ¿cómo podemos perder el tiempo en esto si podemos ganarlo haciendo un “tik tok”, subiendo una “storie” o un “post” con morritos?

Más allá de la ironía, lo que quiero decir es que nuestra manera de relacionarnos ha cambiado y, por consiguiente, nosotros hemos cambiado con ella.

Pero la verdad es que existe algo invariable en la profundidad del ser humano y ese anhelo por la verdad de la existencia está implícito en cada uno de nosotros sólo hay que rescatarlo de entre capas y capas de escombros de superficialidad que la sociedad nos ha implantado.

Por eso te abro las puertas de mi verdadera casa donde encontrarás reflexiones de este u otro tipo por si te apetece profundizar un poquito con este blog que bien podría denominarse “Filosofadas.com”.

Y como no me quiero extender en esta humilde bienvenida, sólo te recalco mi gratitud hacia contigo por tomarte, quizás, un café conmigo mientras compartimos reflexiones.

Por último te animo a explorar la web por si alguna de las opciones de trabajo personal que planteo fuese de tu agrado.

Si es así, estaré encantada de que nos encontremos dentro, ¡en tu centro online!

Porque recuerda, ¡si estás ConZENtrO, estás contigo! (y por supuesto, conmigo).

Así pues…

¡Hasta la próxima Filosofada!

Te abrazo… 🌱🙏🌺

Silvia.

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13/05/2022

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